Venezolanólogos, venezolanófobos y venezolanófagos
Tres curiosas especies antropológicas surcan el paisaje universal del siglo curso. Sobrevuelan el mapa de Venezuela como buitres a la presa. Les seduce el aroma a óleo; con sus miradas Rayos X escrutan el subsuelo repleto de suculentos fósiles y minerales alucinógenos.
No se trata de androides ni robots de la onda cibernética, al estilo Los Supersónicos o Star War. Estas nuevas criaturas se asemejan con pasmosa identidad al Homo Sapiens contemporáneo. Pero son otra cosa: engendros de la transnacional antibolivariana, corporación de alquimistas y hechiceros al servicio de poderes mal nacidos.
A quienes simplemente somos venezolanas y venezolanos, nos ha sorprendido el crecimiento vertiginoso de estas pseudo categorías raciales; especímenes de todas las nacionalidades y partidos, desde europeos reformistas y fascistas, hasta sudacas populistas transfigurados a neoliberales siempre malinches.
Estos habladores disponen del megáfono universal de la mediática mercantil, y tienen en común tres manipulaciones genéticas: 1) aversión a Bolívar y todo lo derivado de su Doctrina, 2) por ende, intensas pasiones serviles hacia la potencia imperialista, y 3) sed de dinero y protagonismo.
Resulta conveniente que identifiquemos con precisión y definamos cada uno de estos ogros, por lo que entraremos a estructurar un glosario que nos permita ubicarlos de manera rápida y sencilla.
- Venezolanólogos. Esta especie se ha desatado en forma de plaga pandémica, ya que prolifera por todo el planeta. Se trata de la conversión de cualquier individuo en experto en asuntos venezolanos, llegándose a dar la peste que gente común es contagiada por el virus de la venezolanitis parlanchina. Desde un comentarista de noticias deportivas hasta los taxistas de países vecinos o lejanos, de pronto sólo saben hablar sobre Venezuela y sus miles de males. Hay casos donde a un mendigo de la calle en Bogotá, por ejemplo, se le escucha declarar a una acuciosa periodista –también venezolanóloga- que hace de corresponsal de un medio multinacional, tipo CNN –muy venezolanólogo- que “en Venezuela no hay comida y por eso estamos pasando hambre aquí en Colombia”. Vainas así se difunden a diario en todos los medios informativos del continente, del viejo mundo y más allá. En esta corte se juntaron famosos faranduleros, manidos escritores, y políticos extranjeros, todos ellos del club de defensores de los derechos humanos “Amigos de Posada Carriles”.
- Venezolanófobos. Esta otra especie, está íntimamente correlacionada con la anterior, ya que para evolucionar a ella, hay que previamente haber sufrido una severa obsesión de venezolanología, vale decir, en términos epidemiólogos, una venezolanitis parlanchina crónica. Este mal, con nefastas secuelas emocionales y somáticas, invade espacios de la vida cotidiana como la publicidad o los deportes; así por ejemplo, una empresa de telefonía celular chilena puede basar su promoción en el odio anti venezolano, llamando idiotas a los de nuestra condición, o un comentarista de futbol del Cono Sur llamarnos “hijos de meretrices” porque nuestra selección vinotinto cometa el cándido error de ganarle un juego a otro equipo de una de estas razas superiores. Un caso emblemático de venezolanofobia es el que infestó al staff de periodistas de medios como CNN, NTN24, ABC de España, entre otros muchos que de tanto blablabear contra Venezuela estos últimos tres lustros, se han deformado sus rostros y han adoptado gestos verdaderamente bestiales, similares a los zombis que se ven en los thriller hollywoodenses. Esto es comprobable viendo el fuego demoníaco de la mirada de Fernando del Rincón y las muecas de fruición morbosa de Patricia Janiot cuando cacarean la supremacía yanqui y el fracaso venezolano.
- Venezolanófagos. Este es el grupo más letal sin ninguna duda. Aquí se produce una extraña simbiosis de enemigos. Devoradores compulsivos de cuanto sueño tengan los pueblos. Los que claman invasiones extranjeras, los que saquean el erario, los que van por el mundo mal hablando de Venezuela, los que envilecen el alma nacional con mediocridad y corrupción. Los que anhelan descuartizar el territorio, los que desprecian nuestra historia y nuestra cultura, los que se venden, los que premian la traición. Los que se enferman de poder, los que adulan y se dejan adular, los que trafican privilegios, los que medran en la ociosa burocracia. Las sanguijuelas que hieren las fronteras, las manadas de asesinos y los facilitadores de la impunidad. Son algunos de los que se tragan a pedazos a Venezuela. Mención aparte habrá que dedicar a la pandilla de expresidentes y al mutante de la OEA. Porque lo del secretario Almagro es de antología del terror: de mosquita muerta a camaleón, y de allí, previo cambio de piel cual serpiente, a mascota peligrosa del corsario. Bicho!
Yldefonso Finol
Venezolano Venezolanófilo
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martes, 21 de junio de 2016
Artículo de opinión
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